Corria el año 2003 y mientras prestaba servicios en la 7ma. Comisaría de Carabineros de Villarrica – Chile, siendo el Comisario el Mayor Jorge Bohle Barahona; me encontré en otra de esas tantas situaciones a las que me tenía acostumbrado esta «escuela para la vida» que es «La Institución».
José Alfredo Molina García, era un Teniente de Carabineros bastante antigüo para ser teniente. Si mal no recuerdo, 16 años de servicio. Esto me trajo un mal presentimiento, un Teniente con 16 años de servicio no podía ser muy brillante, pensé, y para peor, este oscuro personaje tenía el puesto de Subcomisario de los Servicios y también el de Subcomisario Administrativo, porque, otra vez extrañamente, no habían más oficiales alli, quizás para minimizar la posibilidad de que alguien saliera bueno y denunciara a las autoridades, las múltiples irregularidades que ocurrían en esa Unidad Policial por ese entonces.
Al correr de los días se comenzó a hacer notar la personalidad limítrofe de este oficial. Se paraba en la puerta a esperar, mirando el reloj en cada formación para iniciar un servicio, esto con el fin de castigar a quienes llegaran tarde. Hasta ahí todo más o menos bien, lo malo es que este oficial vivía en el futuro, quiero decir que la hora de su reloj estaba primero 5 y a la semana siguiente 10 minutos adelantada a la hora oficial de Chile Continental.
Su esposa fue contratada como contadora, sin más mérito que el ser pareja de un famoso, en el desaparecido Hogar Niño y Patria de Villarrica, que bien sería otro fraude a investigar y que vendría a engrosar la lista de fraudes de esta cofradía.
Recuerdo algunas tristes «anécdotas» que nos dejó este referente, como el de un Cabo que me confidenció haber pillado infraganti al oficial rayándole su camioneta con un clavo, por lo que tuvo que hablar con el comisario y luego pedir su traslado a Temuco para evitarse problemas. A mi personalmente me impidió la posibilidad de viajar a Santiago a rendir mi examen para conformar una misión de paz a la que había postulado con anterioridad, también me negó la posibilidad de estudiar, me aumentó los servicios al grado de no tener vida familiar cuando se enteró que mi esposa era dueña de un jardín infantil. Incluso cuando lo encaré, reconoció que lo que más le molestaba, era que yo teniendo una profesión no me dedicara a ella y que en vez de eso fuera Carabinero, y que además en mi familia nos fuera bien en lo material.
Dentro de las instrucciones que daba, que más bien eran en más del 50% amenazas, estaba el que debíamos caminar con chaleco reflectante por la calzada en todo momento y en solitario, es decir, no le importaba mucho la seguridad de su gente, pues es sabido que al menos de infantería se debe recorrer la población en parejas porque al proceder, mientras uno controla el otro protege, o para ayudar a reducir eventualmente a un antisocial.
Otra instrucción-amenaza, era contra quienes hacían reposo por licencia médica, donde abiertamente declaraba que los perseguiría hasta darlos de baja y sin derecho a pensión alguna pues se entendía que no estaban aptos para el servicio, y ahora viene lo irónico…
José Alfredo Molina García, tenía un secreto (en realidad tenía más de uno, pero eso no lo publicaré en este medio para alivio del susodicho). Estaba procesado por la Justicia Militar y no debía estar ya en Carabineros. Pero ¿por qué seguía en la institución entonces?.
Con el correr del tiempo y debido a presiones del Fiscal Militar para dar cumplimiento a la sentencia, fue dado de baja sin ningún honor y mucho antes de cumplir los 20 años de servicio que le habrían significado una pensión de retiro. No se pudo hacer lo que acostumbran a hacer en Carabineros, «estirar el chicle» que es dilatar el proceso de baja, «fondear» o esconder al oficial protegido en estamentos remotos o alejados del mando central, hasta que éste haya cumplido más de 20 años de servicios y ahí si, otorgarles una pensión. Lo que si se hizo fue una celebración en Villarrica, a la que no pude asistir por encontrarme en Santiago.
Pero «el negro Molina» como era conocido entre sus pares, estaba bendecido por los dioses del Olimpo. Su compadre, era un General de Carabineros del cual no recuerdo el nombre, quien al ya no poder seguir protegiéndolo, le «movió» o gestionó, una PENSIÓN DE INVALIDEZ FRAUDULENTA de por vida. Fraudulenta, porque el hombre estaba absolutamente sano (problemas psicológicos es otro tema). O sea, ironías de la vida, él pasó a ser uno de aquellos a los que juró perseguir.
Yo no me enteraría de esa pensión hasta unos años más tarde, por una llamada telefónica de un colega que recibí en mi puesto de Suboficial de Guardia en la 27a. Comisaría Aeropuerto Internacional en Santiago, porque finalmente pude salir entero de ese antro de la perdición. Gracias a una amena conversación con el comisario, logré tocar alguna fibra de su corazón para que me soltara de una vez y así escapar de la baja que me había prometido el infeliz negro Molina.
Puse en duda lo de la pensión de invalidez para Molina, pues no podía ser. Yo mismo tenía más problemas por actos del servicio que el perla, y la cantinela de que él no perdonaba a quienes se enfermaban no cuadraba. Entonces lo encontré de una injusticia tamaña y aproveché, lo confieso, mi acceso personal a la red de Carabineros que estaba en aquel entonces protegida por escuetas claves que tuve la suerte de hackear, para verlo con mis propios ojos. Efectivamente estaba en el listado de los tocados por la varita mágica, recibiendo una pensión sin habérsela ganado y al contrario, habiendo sido como muchos otros privilegiados por el mando, un patético delincuente vestido de policía.
De inmediato con estos antecedentes, envié una denuncia anónima obviamente (de lo contrario me habría tenido que ir mucho antes de Carabineros) a la Contraloría General de la República. Esto en el año 2011.
Hasta el pasado año 2017, me preguntaba por qué todo seguía igual. Sin embargo recibí con una alegría inmensa, la noticia que ahora se estaba investigando (también se está investigando a la propia Contraloría por haber hecho la vista gorda también a otras denuncias mucho más importantes que la mía). Gracias a esa investigación está saliendo a la luz que así como el tristemente célebre negro Molina, muchos otros personajes más gozaban de una pensión inmerecida, incluso más allá de Carabineros de Chile, en otras instituciones hermanas.
Espero a más de un año y medio de esta noticia, que los antecedentes no se pierdan y tener la dicha de ahora si, ver como se hace justicia, aunque tenga que tardar un poco. Quizás soy un soñador empedernido, pero no pierdo las esperanzas de que los tribunales ordenen devolver los dineros mal habidos y que estos fondos se destinen a pagarles la deuda a quienes si se ganaron con esfuerzo o por razón de la auténtica actividad policial, una pensión.
Por las noticias, redes sociales y por diversos actos de protesta, la opinión pública se ha podido enterar que son muchos los Carabineros a quienes se les debe un desahucio, una pensión y una gran disculpa.
Les muestro a mis lectores algunas fotos que el prócer mantenía públicas. Ahora creo que ya las eliminó todas. Al menos, algo de vergüenza le debe quedar. No te escaparás Negro Molina, de tener tu merecido capítulo en mi próximo libro y espero tampoco te escapes de tener tu justo merecido:
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REFERENCIAS:
CIPER-Chile: Carabineros: los secretos del millonario pozo que financia las pensiones de oficiales
La Tercera: Nueva arista de fraude en Carabineros: indagan pensiones de invalidez
La Tercera: Contraloría audita pensiones en Carabineros
Informe Especial: Pensiones de Invalidez, los otros Jubilazos
Economía y Negocios: Fiscalía abre arista por pensiones de invalidez en caso Carabineros